Señor Presidente, Internet es una bendición para el periodismo

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¡Compartir es cuidar!

Mariano Rajoy, el presidente de todos los españoles, ha hablado sobre periodismo. Lo ha hecho en el acto de celebración del 110 aniversario de ABC y, además de relatar las excelencias del veterano diario y de su influencia como testigo de la historia reciente de España, ha aprovechado para reafirmar su apoyo a los medios de información. O no.

Y decimos que tal vez su apoyo no se dirija a los medios de comunicación porque ha asegurado que la crisis económica ha agravado una crisis previa “provocada por la irrupción de las nuevas tecnologías”. Además, ha vuelto a poner el acento en la llamada tasa Google en estos términos: “Quiero recordar aquí la iniciativa del Gobierno de reconocer a los editores y autores de noticias una compensación económica por la explotación de estos contenidos”. Además, asegura que eso debería plasmarse en un acuerdo “entre los periódicos y los grandes agregadores de noticias a fin de encontrar una solución equilibrada y justa para todos los actores del sistema”.

Señor presidente, en sus palabras hay una contradicción que me gustaría hacerle notar. Un acuerdo entre periódicos y agregadores no es justo para todos los actores del sistema. De hecho, es tremendamente injusto para la mayoría de actores del sistema. Deja fuera a una mayoría de medios que no formaremos parte de ese acuerdo y que, en caso de formar parte, vamos a perder más que los cuatro euros que podamos llegar a ingresar por servicios que nos ayudan a difundir nuestros artículos. Si ganan dinero haciéndolo no les vamos a pedir compensación alguna: estaremos encantados.

Los agregadores de noticias son, a día de hoy, completamente agnósticos. Si el contenido es de calidad e interesante para sus usuarios aparecerá en Google News o, directamente, serán los usuarios los que lo publiquen en Menéame. Los agregadores de noticias igualan un poco las diferencias entre los medios grandes y los pequeños. Favorecen la competencia y ponen la calidad del contenido por delante de otras consideraciones. Si estos agregadores tienen que pagar por enlazar nuestras noticias habrá un nuevo criterio para recomendar publicaciones: el económico. Pagarán para tener a los medios “imprescindibles” y serán mucho más restrictivos con el resto. Y mucho nos tememos que ahí tienen una ventaja los grandes periódicos y no los medios pequeños y los blogs.

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Probablemente, señor presidente, estos medios a los que me refiero no formen parte de sus interlocutores en esta materia. Con seguridad no nos ha escuchado todavía para que le contemos nuestros problemas y, por tanto, la iniciativa de su Gobierno es parcial y perjudicial para los medios de información en general.

La iniciativa de su gobierno es parcial y perjudicial para los medios de información en general

Si usted y su Gobierno abriesen los ojos a lo que pasa a su alrededor, dejaría de ver Internet como una amenaza para el periodismo. Internet permite que se comunique en tiempo real, que cualquier usuario sea una fuente de información y que las grandes voces de los periódicos, de las empresas y de los poderes públicos se completen con otros puntos de vista. Si abriesen los ojos, sabrían que pretenden imponer un derecho “irrenunciable” a cobrar por enlazar artículos que muchos editores estamos deseando que sean incluidos. También verían que la propiedad intelectual se puede gestionar de muchas formas. En el caso de los contenidos bajo algunas licencias Creative Commons, no sólo se fomenta que se enlacen los contenidos, sino que también permiten que se reproduzcan íntegramente. Y los agregadores van a tener que pagar por un contenido que los editores estamos permitiendo que se difunda.

En suma, si antes de legislar escuchasen a todos los ciudadanos a los que representan, se darían cuenta de que están diseñando una ley a medida para ayudar a un modelo de negocio en detrimento del resto, que también pagamos impuestos y acudimos a votar cada cuatro años.

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Por eso, señor presidente, sea consecuente y legisle para todos. A estas alturas ya debería de saber que nadie obliga a estar en Google News a los medios, sino que estos lo están voluntariamente. Y no se dan de baja porque obtienen beneficios del tráfico que les proporciona. A estas alturas ya debería de saber que ABC, El Mundo y El País incluyen en sus noticias enlaces para que sus noticias se compartan en Menéame. A estas alturas, a poco que le preocupe la ley que preparan, debería de saber que algunos medios pretenden cobrar por unos servicios que les ayudan gratuitamente una compensación por un perjuicio inexistente.

Los medios que quieren ser “compensados”, fomentan su inclusión en agregadores de noticias

En el muy hipotético caso de que lea este o alguno de los cientos de artículos como este, es probable que no le haga ningún caso. Es probable que piense que somos sólo unos miles de hormigas correteando a los pies de los elefantes. Ese prejuicio es, precisamente, la raíz del problema.

Es el momento de rectificar y de buscar otras alternativas: que los medios que lo deseen tengan la posibilidad de rechazar ser enlazados en los agregadores que no estén dispuestos a pagar acaba con el supuesto problema y, créame, los medios que sí queremos estar en los agregadores estaremos felices de que los grandes medios nos dejen un poco más de espacio en ellos. También es el momento de respetar que los editores y los autores podamos hacer con nuestros contenidos lo que nos dé la gana, sin obligar a que una sociedad de gestión de derechos recaude dinero por ellos si lo que perseguimos es, precisamente, que se distribuyan libremente para obtener visibilidad.

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Por eso, señor presidente, si de verdad le importan los medios, si de verdad le importa la propiedad intelectual y si de verdad le importa que se obtenga un modelo de gestión justo y equitativo, retiren ese anteproyecto de ley, abran bien las orejas y elaboren una ley que nos sitúe a la vanguardia en Europa y en el mundo. Lo otro ya lo conocemos: es intentar salvar los muebles sin prepararse para el futuro. La nueva ley condena a los medios antiguos a no evolucionar y a los nuevos a sufrir las consecuencias de un parche a corto plazo.

Si no lo hace, no tiene mucho de qué preocuparse: los de siempre le estarán agradecidos y los descontentos tendremos muchas menos posibilidades de hacer oír nuestra voz. Pero, si consigue una ley de la que sentirse orgulloso, no sólo se ganará el respeto de unos y otros. Además, podrá dormir con la satisfacción haber cumplido con su promesa de servir al ciudadano.

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