El ser humano es lo que la educación hace de él

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¡Compartir es cuidar!

Tan sólo por la educación puede el hombre llegar a ser hombre. El hombre no es más que lo que la educación hace de él.

Esta frase de Kant refleja claramente una inquietud tan humana como el dar respuesta a qué somos y por qué. Pitágoras, Platón, Confucio y muchos otros coincidían en señalar que si se educaba correctamente a los niños no sería necesario castigar a los hombres, poniendo el dedo en la profunda llaga del actual desprecio político por la educación. Las escuelas son una factoría de estandarizado sin posibilidad muchas veces de dar algo más que conocimientos, y no siempre acertados. Al mismo tiempo, el profesorado, especialmente en primaria, proviene de una de las carreras menos valoradas del país, a pesar de que trabaja con las semillas de las futuras personas que enseñarán a otros, investigarán, cuidarán o gobernarán a otros.

Aprovechando la participación del profesor Francisco Mora en la pasada Thinking Party, desarrollada en el Espacio Fundación Telefónica, estuvimos hablando con él para conocer de primera mano su opinión sobre algo tan fundamental como la Educación. Francisco Mora es doctor en Medicina por la Universidad de Granada y en Neurociencia por la Universidad de Oxford, además de Catedrático en Fisiología humana por la Complutense. Es en la neurociencia donde radica precisamente su especialidad, un campo en el que se ha convertido, además de experto, en un comunicador de referencia, hablando más recientemente sobre qué es y cómo entender la neuroeducación.

Para Francisco Mora todos “vivimos inmersos en un océano de emociones, y hasta pensar conlleva un tono emocional“, y defiende con vehemencia en cada una de sus ponencias que la educación es uno de los aspectos más importantes que existen, y se suma a la opinión de Kant, porque “el ser humano es lo que la educación hace de él“. En ese sentido señala hacia el “potencial de la neurociencia para fomentar una reforma educativa desde preescolar hasta la Universidad, y aunar con mayor solidez lo que hasta ahora eran sólo filosofías“.

Hace tiempo que nos dimos cuenta de que la cultura actual va a morir. Todas las culturas son mortales, como mortales son las personas que las han creado“, dice Mora, a lo que cabe preguntarse entonces sobre qué es lo nuevo. Y para Mora lo nuevo no es la tecnología, sino una neurosociedad, con una neurofilosofía, una neuroarquitectura, una neurociencia, una neuroeducación… Es en la neuroeducación donde Mora se detiene, porque es una visión de cómo enseña el docente y cómo aprende el alma, “todo basado en una metodología“.

Entendiendo la neuroeducación

Se trata, dice, de integrar en la educación la psicología y la medicina, pero sabiendo que  son aspectos que “aún no están estructurados“. Por esta razón reconoce que existen voces críticas que no creen que este sea el momento de aplicarlo en las aulas, “porque sabemos mucho, pero aún no sabemos cómo instrumentarlo en la educación“. Mora no es una de esas voces críticas, aunque está de acuerdo en que falta instrumentación. Para Mora es justamente este el momento, porque “no sólo se aprende de lo nuevo, también de lo viejo si es falso“, por eso “hay que enmendar entuertos, porque ya sin haber empezado se están vendiendo programas de neuroeducación llenos de errores“, apunta.

Errores perpetuados, como el que sigue asegurando que sólo usamos el 10% de la capacidad de nuestro cerebro. “El 50% de los maestros aceptan este mito, y si tienen falsos conceptos luego llega el pillo vendiendo un programa para que el niño aproveche el 20% sin ningún fundamento científico. Son cosas que hay que enmendar y hay que hacerlo ya“, insiste.

La neuroeducación consiste en recablear el cerebro, transformarlo, porque “nadie que aprenda algo nuevo ahora tendrá el mismo cerebro mañana. Las sinapsis habrán cambiado“. Llegados a este punto, al profesor Mora le gusta citar a Cicerón cuando hablaba de que lo mejor para aprender es tratar de enseñar.

FORZAR EL APRENDIZAJE ANTES DE TIEMPO CAUSA SUFRIMIENTO EN EL NIÑO

La ciencia conoce ahora cosas tan importantes como los tiempos de maduración de cada una de las áreas del cerebro, cuándo está preparado para aprender determinadas cosas y cuándo no, así como que todas las personas no tenemos los mismos tiempos de maduración; lo que no convierte a los más rápidos en listos y a los menos rápidos en tontos, como se suele calificar a los niños según lo pronto o tarde que aprenden a balbucear las vocales. Por eso Mora insiste en que cuando tratamos de forzar el aprendizaje vinculado a áreas específicas como la lecto-escritura o la psicomotricidad fina, antes de que el cerebro del niño esté preparado, “ese niño va a sufrir, porque lo que se aprende con dolor es un refuerzo negativo que querremos olvidar cuanto antes“.

Ahora, por ejemplo, ante casos como la dislexia o el síndrome de falta de atención no es necesario aplicar medicación, “porque conocemos mejor el cerebro, y hay que saber cómo es el de cada uno“. Mora insiste una y otra vez en que somos personas diferentes con cerebros diferentes, por lo que no que no se puede tratar igual a los alumnos si queremos que todos saquen su potencial. Una de las cosas que se conocen, por ejemplo es que hasta los 7 años el cerebro no está maduro para aprender a leer, que es algo artificial para nosotros, pero tratamos de forzarlo antes, y la consecuencia es niños que son tomados por idiotas y que sufren.

Emoción, emoción, emoción

En cada intervención pública del profesor Mora se habla del cerebro y de la emoción. Solemos asociar lo cerebral a lo frío y racional, pero para Mora no hay nada más lejos de la realidad, porque “la emoción embebe el funcionamiento del cerebro, y todo lo que sentimos va a las diferentes áreas de la corteza cerebral para hacer la construcción neuronal“, aunque en un primer momento “sin contacto emocional“.

En cada ser humano esa percepción se vuelve única cuando le ponemos nuestro sello individual de bueno o malo“, explica. “Desde el sistema límbico, después, ese sello individual va a todas las áreas de la corteza y a las zonas de asociación donde se crean las ideas y conceptos abstractos“, por eso, insiste, “no hay pensamiento que no venga calentado por la emoción, y no hay pensamiento ni razón sin emoción“. ¿Cómo no va a ser transcendente para la educación entender entonces que, desde este punto de vista, “cuando alguien muere, muere un universo entero porque es una persona irrepetible”?, apunta Mora.

EL 23% DE LOS NIÑOS TIENE PROBLEMAS PARA APRENDER

En la educación se habla de la memoria, la atención, el sueño, las funciones sociales, el rendimiento mental, los ritmos neurológicos, la formación del pensamiento analítico y creativo, y se trata de hacer seguimiento de los niños superdotados, pero todavía nos encontramos en los colegios con que el 23% de los niños tienen problemas para aprender y, como señala el profesor Mora, eso tiene que alertar de la cantidad de chicos que van a ser tomados por tontos (y tratados como tales) sólo porque no se ha enfocado correctamente la educación, pensando precisamente en las necesidades específicas de cada individuo.

La neuroeducación propone entonces un camino totalmente inverso al que hemos estado recorriendo, buscando estándares, medias y perfiles en lo que poder encasillas al alumno, al cliente, al consumidor, al trabajador, al profesor, al profesional… Si la estandarización mata y limita el surgimiento de la verdadera personalidad, la neuroeducación quiere un modelo donde el docente sea capaz de conocer los tiempos y características de cada niño, de darle los tiempos que necesita y no valorar su desarrollo conforme a medias y tiempos académicos artificiales, y contrarios a los tiempos reales del desarrollo cerebral de los niños.

Mora llama la atención sobre otro de los fallos habituales de la educación, que es la falta de entusiasmo y de curiosidad en los niños; una carencia que recae directamente sobre los hombros de los docentes, que son lo que tienen en sus manos la tarea de despertar esa curiosidad. Mora pone un curioso ejemplo, y es que por muy interesante que pueda llegar a ser lo que él dice, si cuando se está dirigiendo a un auditorio pasa una jirafa por detrás de él, es evidente que todo el mundo dejará de prestarle atención para centrarla en la jirafa. La razón es que la jirafa supone algo nuevo y diferente, y ahí es donde radica la clave del aprendizaje, en sorprender para que la atención se mantenga. “La curiosidad tira de los mecanismos neuronales de la atención“, dice, por eso, cuando algo despierta nuestra curiosidad es mucho más fácil para nosotros poner toda nuestra atención en ello, y ya no hay que levantar la voz en clase pidiendo a los niños que presten atención.

Más reformas educativas = menos educación

Somos como somos por la educación, vuelve a insistir Mora, así que le lanzamos una pregunta sobre cómo ve la Educación en nuestro país y su respuesta es tajante: “Los políticos son unos indocumentados“.  Mora deja claro que políticamente no existen concienciación: “La educación debería ser la joya de la corona“, es fundamental para la educación en valores, con ética; “poner normas es más fácil, pero los valores hay que canalizarlos a la edad en la que es crítica, no lo puedes hacer en la Universidad, hay que hacerlo cuando el cerebro es receptivo“.

HAY QUE FORMAR EN VALORES A LOS ESTUDIANTES DE MAGISTERIO

Para Mora no se trata sólo de dar reconocimiento a la materia, es que tiene que haber una formación moral del profesorado y claridad sobre la educación que hay que impartir en las edades más tempranas, y si no se hace a esas edades va a haber muchos problemas cuando se destapen todas las hormonas de la pubertad y en la adolescencia. “Es difícil concienciar a una clase política que no tiene en su conciencia el valor de llevar esto a cabo; se necesitaría un presidente que dijera en este momento que es fundamental formar en valores a los estudiantes de magisterio para que se los enseñen a los niños, si queremos una sociedad humana“. Algo bastante alejado de la realidad en la que vivimos, donde los requisitos para estudiar (e impartir) Magisterio son los menos exigentes que hay.

“Digámosle a Rajoy (o al que toque) que aprenda neuroeducación y que aprenda por qué estamos unidos, y que emplee todo el dinero necesario en investigación científica, no para conseguir prestigio logrando muchos premios Nobel, sino por la educación. Necesitamos valores, pero para eso hace falta que la clase política los tenga“, dice Mora.

¡Compartir es cuidar!

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