No hay que confundir probióticos con prebióticos. Los probióticos son microorganismos vivos que se ingieren como complemento de la dieta, y que ayudan a mantener el equilibrio de la flora (o microbiota) intestinal, con todos los beneficios que eso conlleva. Por su parte, los prebióticos son alimentos que tomamos para que las bacterias buenas que viven en nuestro organismo están más sanas y lustrosas. Alimentos prebióticos son, por ejemplo, la bardana, la achicoria, las alcachofas, el diente de león, la banana, el espárrago, el ajo crudo, los puerros o las cebollas, aunque a un nivel molecular de lo que se habla generalmente es de alimentos ricos en inulina y en fructooligosacáridos. Cuando las bacterias buenas ingieren y digieren esta fibra prebiótica, no sólo se multiplican (lo cual mejora sustancialmente la salud de nuestro intestino), sino que también liberan subproductos metabólicos que, según algunas investigaciones, pueden influir en la función cerebral.
En un reciente estudio de la Universidad de Colorado en Boulder ha encontrado que, además de beneficiar a nuestras bacterias intestinales, los prebióticos también pueden ayudar a mejorar el sueño y a amortiguar el impacto fisiológico del estrés. Según Robert Thompson, uno de los autores del trabajo, «los prebióticos dietéticos pueden mejorar el sueño n-REM y REM después de un evento estresante».
En experimentos con ratas vieron que los ejemplares que fueron alimentados con prebióticos pasaron más tiempo en sueño nREM, que es restaurativo. Está comprobado que el cerebro necesita tanto una buena nutrición como un sueño reparador para llevar a cabo sus funciones de manera efectiva. Por esta razón los investigadores sugieren que una dieta rica en prebióticos desde la infancia no sólo mejoraría el sueño, sino que también influiría positivamente en el desarrollo cerebral y el estado mental.
Además de controlarles la dieta, también sometieron a las ratas a un factor de estrés. Las que habían tenido la alimentación prebiótica pasaron más tiempo en sueño REM, un estado del ciclo del sueño que se cree está relacionado con la recuperación del estrés, ya que se ha visto que las personas que pasan más tiempo en fase REM después de vivir una situación traumática, tienen menos probabilidades de sufrir estrés postraumático. En el caso de las ratas, tras exponerlas al estrés vieron que su microbiota se mantenía intacta y sana a pesar de las variaciones de temperatura del estrés cuando habían consumido prebióticos, frente a las que no lo hicieron.
Aunque los investigadores consideran que aún es pronto para recomendar prebióticos para ayudar a dormir, lo que está claro es que tomarlos no perjudica a nadie y es muy beneficioso para la vida de nuestra microbiota y, por tanto, para nuestra propia vida.
Fuente: MedicalXpress