Cada vez más adolescentes están recurriendo a ChatGPT para ayudarse con sus deberes. Este chatbot, que responde instantáneamente a preguntas, redacta resúmenes y resuelve problemas matemáticos, se ha convertido en un aliado indispensable para los estudiantes de secundaria. Sin embargo, este uso masivo de la inteligencia artificial (IA) en la educación ha generado reacciones mixtas.
¿Por qué los adolescentes prefieren ChatGPT?
Según un estudio reciente del Pew Research Center, el 26 % de los estudiantes estadounidenses de entre 13 y 17 años han utilizado ChatGPT para hacer sus deberes en 2024, el doble que en 2023. Esta cifra demuestra una clara adopción de esta herramienta por parte de las nuevas generaciones, que ven en ella una alternativa rápida y efectiva frente a las tradicionales búsquedas en Google o los manuales escolares.
Adolescentes como Lucas, de 16 años, explican que la rapidez de ChatGPT es un factor clave: «Antes pasaba horas buscando información en Internet. Con ChatGPT, obtengo una respuesta clara en segundos». Para otros, el atractivo de la herramienta radica en la accesibilidad de conceptos complejos. Sarah, de 15 años, menciona: «A veces, mi profesor explica algo y no entiendo nada. ChatGPT me lo explica de otra manera, y todo se vuelve mucho más claro».
Una adopción desigual según las materias
Aunque ChatGPT está siendo ampliamente utilizado, no todos los estudiantes lo aprovechan de la misma forma. Según la misma encuesta, el 54 % de los estudiantes considera aceptable usar la IA para explorar un tema nuevo, pero se muestran más divididos cuando se trata de resolver ejercicios de matemáticas o redactar ensayos.
En algunas materias, el uso del chatbot se percibe como un apoyo pedagógico adicional. Sin embargo, en otras áreas genera interrogantes éticos. Un profesor de historia y geografía comenta: «Para exposiciones o investigaciones, me parece útil. Pero si un alumno me entrega un ensayo completamente redactado por ChatGPT, ahí tenemos un verdadero problema». Esta diferencia de opiniones refleja la necesidad de establecer límites claros sobre cómo se debe utilizar la IA en el ámbito educativo.
Entre las prohibiciones y la integración progresiva
Ante el auge de ChatGPT, algunas escuelas han optado por restringir su uso. En los Estados Unidos, varios distritos escolares han prohibido el acceso a la herramienta en sus redes internas para evitar posibles abusos. En otros países como Francia, el debate sigue abierto: ¿deberíamos prohibir o regular el uso de la IA en las escuelas?
Sin embargo, en algunos centros educativos, la perspectiva pedagógica está cambiando. En lugar de prohibir estas herramientas, algunos docentes prefieren integrarlas en las clases como base para el debate crítico. Una profesora de francés comparte su experiencia: «A veces pido a los estudiantes que hagan una pregunta a ChatGPT y luego analizamos juntos si la respuesta es pertinente o incorrecta». Este enfoque permite a los estudiantes aprender a usar la tecnología de manera crítica y responsable.
¿Un marco regulador necesario?
El rápido auge de la inteligencia artificial en la educación también plantea la necesidad de una regulación clara. Organismos como la UNESCO y la OCDE han subrayado la importancia de establecer límites que garanticen un uso ético y responsable de la tecnología, protegiendo a los estudiantes y asegurando que la IA no reemplace completamente el esfuerzo intelectual.
Si ChatGPT va a convertirse en un verdadero aliado pedagógico, será fundamental encontrar un equilibrio entre su potencial educativo y los riesgos asociados a su uso. En lugar de rechazarlo, tal vez lo mejor sea aprender a aprovechar sus beneficios de manera responsable, sin dejar de lado el esfuerzo personal que es esencial en el proceso de aprendizaje.












