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La NASA confirma lo impensable : China podría ralentizar la rotación de la Tierra

La NASA confirma lo impensable

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Una presa colosal, un país en plena expansión y una pregunta desconcertante: ¿puede la ingeniería humana alterar el ritmo mismo del planeta? Según la NASA, la respuesta es sí—aunque de forma casi imperceptible.

Las megaestructuras también afectan al planeta… literalmente

La ingeniería ha transformado el mundo, desde rascacielos que rozan las nubes hasta presas capaces de contener ríos enteros. Pero algunas construcciones no solo cambian el paisaje: podrían estar influyendo en el movimiento de la Tierra.

En un informe que ha sorprendido a la comunidad científica, la NASA confirma que ciertas infraestructuras gigantescas, como la Presa de las Tres Gargantas en China, están alterando de forma minúscula la rotación terrestre. El cambio es tan sutil que apenas se mide en microsegundos, pero suficiente para abrir un debate sobre los límites de nuestra intervención en el planeta.

La presa que cambió la geografía… y un poco más

Ubicada en la provincia china de Hubei, la Presa de las Tres Gargantas no solo es la más grande del mundo en términos de generación hidroeléctrica: es una obra colosal que tardó casi dos décadas en completarse. Más que un proyecto energético, simboliza el poder industrial de China y su ambición de integrar regiones del interior al motor económico nacional.

Pero hay un efecto colateral poco conocido. Cuando el embalse se llena, acumula hasta 10 billones de galones de agua. Esa masa, al redistribuirse, afecta ligeramente la forma de la Tierra, haciéndola más achatada en los polos y más ancha en el ecuador. Este fenómeno, según la NASA, podría alargar la duración del día en 0,06 microsegundos.

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¿Demasiado pequeño para preocuparnos?

Puede que parezca insignificante: una fracción de segundo que no notamos en la vida cotidiana. Pero, como explica el doctor Benjamin Fong Chao del Centro Goddard de Vuelos Espaciales, cualquier movimiento de masa—desde una tormenta hasta un coche en movimiento—tiene un impacto en la rotación del planeta. Si a eso se suman terremotos, tsunamis y proyectos titánicos como el de las Tres Gargantas, el efecto acumulativo ya no suena tan trivial.

Un ejemplo famoso fue el terremoto de Sumatra en 2004, que acortó el día en 2,68 microsegundos, según estudios citados por IFLScience. El principio es comparable al de un patinador que gira más rápido al acercar los brazos: el movimiento de masas sobre la superficie terrestre redistribuye el momento de inercia del planeta.

Mucho más que energía

Aunque se diseñó para abastecer cerca del 10 % de la demanda energética china, la presa solo logra cubrir un 3 % del consumo nacional, lo que subraya la dificultad de satisfacer las necesidades de una población tan grande. Sin embargo, su influencia va más allá de los kilovatios.

En un mundo cada vez más condicionado por el cambio climático y las tensiones geopolíticas, proyectos de esta escala plantean interrogantes sobre nuestra relación con la Tierra. ¿Estamos midiendo correctamente los efectos colaterales? ¿Qué pasará cuando se construyan más infraestructuras de este tipo?

Una advertencia disfrazada de dato técnico

Puede que añadir 0,06 microsegundos a un día no parezca alarmante. Pero el verdadero mensaje es otro: nuestra huella sobre el planeta alcanza dimensiones que antes creíamos imposibles. Ya no se trata solo de contaminar ríos o deforestar bosques; estamos empezando a alterar aspectos fundamentales del sistema planetario.

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Mientras la ciencia continúa investigando estas conexiones, el llamado a la reflexión es claro: debemos considerar no solo la funcionalidad y el impacto económico de nuestras obras, sino también sus efectos a escala global. Porque incluso el tic-tac de la Tierra podría verse afectado por nuestros sueños de grandeza.

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